30 de diciembre de 2006

una bomba tras nueve meses de tregua

Estoy de acuerdo con quien opina que este problema no es cuestión de partidos. Es un problema superior frente al que todos debemos estar unidos democráticamente. "Democráticamente" significa aceptar la decisión de la mayoría y contribuir a su desarrollo. Es válido y loable cualquier intento, de cualquier Gobierno, de acabar con el terrorismo; y si ese Gobierno ocupa provisionalmente el poder por una elección democrática como sucede en este caso, todos deberíamos apoyarlo en su empresa, con las fuerzas políticas que componen el Congreso y que nos representan a la cabeza. Esto, en esta ocasión, no ha sido así. Y si quienes deberían estar unidos no lo están, hacemos al enemigo aún más fuerte, porque nos enfrentamos, además de a él, entre nosotros mismos.

No podemos dejar de creer y de desear una tregua porque ésta haya fallado. Hemos vivido nueve meses de tranquilidad y de esperanza , la Justicia ha seguido trabajando de manera independiente ante el terrorismo como debe hacerse en un Estado democrático y de derecho como es el nuestro. ETA tiene su estrategia y cada partido político, la suya. Pero nos equivocamos en una cosa: las intenciones y estrategias de nuestros partidos políticos han de ser comunes. ¿Qué sentido tiene acabar con un enemigo común minando la relación entre los propios ciudadanos?