28 de junio de 2006

se acabó

Minuto 83. Gol de Francia. Y yo me he quedado como si me hubieran echado una losa encima. Sin embargo, aún me ha quedado alguna fuerza para mover la losa un poquito y seguir con la ilusión de que no todo estaba perdido.
Desde que los franceses han marcado el primer gol se ha visto que la cosa iba a estar más que difícil. El motivo: ellos habían marcado un gol y nosotros, no. Nuestro gol, de penalti, no demostraba que fuéramos capaces de llegar a puerta y marcar; el suyo, sí.
En el minuto 91 lo único que me apetecía era apagar la tele y... y no sabía qué. Sólo quería dejar de sentirme tan triste. Me daba tanta lástima haber perdido, no poder seguir disfrutando de esa ilusión compartida, y quizá desmedida, que lo rodeaba todo... y me daba lástima no poder seguir viendo partidos, qué narices, que me lo estaba pasando bien.
En fin, otro año será. Y será lo mismo, probablemente. Qué asco más grande. Y mañana venga a aguantar en la tele y en todas partes lo que pudo ser y no fue y blabla, blabla, blabla. A mí que me dejen en paz, coño, que bastante mal lo he pasado ya. Hemos perdido, pues hemos perdido. Y a otra cosa. A otra cosa que nos pueda dar alguna alegría, por favor, que para seguir de bajón hablamos de la selección hasta el infinito y nos quedamos ahí, que al menos ya estamos acostumbrados.

27 de junio de 2006

menuda ilusión

Hay pocos días en los que me acueste esperando con ganas el día siguiente. En estos momentos mi vida no es tan apasionante como para eso y yo, por lo general, no suelo ser demasiado efusiva con respecto a los acontecimientos que en ella tienen lugar. No es que mi vida sea mala, al contrario. Es simplemente monótona. Tampoco os creáis que pienso en no despertarme al día siguiente, en plan rollo suicida, sino que, como los días pasan sin pena ni gloria, pues yo me acuesto, me levanto, me vuelvo a acostar y tiro pa'lante.

El caso es que anoche, al acostarme, pasó por mi cabeza un pensamiento fugaz que me hizo esperar con ganas que llegara hoy: "hala, que mañana juega España".

Mañana-juega-España

Parace una tontada, pero esta triada de palabras tiene su miga... Si la analizo desde el punto de vista pesimista, que es el habitual en mí, llego a la conclusión de que menuda vida triste que debo de llevar para haber convertido este acontecimiento en la expectación del día. Y lo que es peor, menudas vidas tristes debemos de llevar varios millones de españoles.
Pero, analizándolo desde el punto de vista optimista, cosa que también sé hacer aunque no lo practique en exceso, si espero el partido de la selección con esa expectación por algo será. Igual es que, por primera vez, estamos ilusionados con el equipo que tenemos y con lo que está haciendo. Igual es que nos creemos que podemos hacer algo en este mundial y todo.

De todas formas y a pesar de las ganas, como me comentaba ayer Sergio, seguramente nos sentaremos los dos frente al televisor sin ninguna ilusión. Bueno, igual con una poquita pero bien disimulada, porque nos hemos llevado ya tantos chascos que sentarse a ver a la selección con ilusión se ha convertido en masoquismo. Algo equiparable a ver jugar un partido a Conchita Martínez o seguir a Sete Gibernau. Se convierte en algo doloroso.
Es curioso esto del manejo de la ilusión... vemos jugar a la selección pensando que perder es más que probable y, sin embargo, echamos la Quiniela o la Primitiva cada semana seguros de que vamos a ganar. Quizás sea porque, por lo general, la selección española nos ha dado los disgustos en directo mientras que a los sorteos de la Primitiva no acudimos nunca y la Quiniela nos los va dando en pequeñas dosis, jugando hasta el final con la ilusión de acertar 11 y ganar algo. Además, al menos en ambos casos los numericos y las crucecicas decides tú donde colocarlas y no dependes de Julio Salinas para ganar. Ay, Julio... ahí está la punzada a mi ilusión.
España, Italia, Julio Salinas y Roberto Baggio.
He vivido el último año y medio en Italia, adoro ese país, sus ciudades, su comida, su música... pero no puedo con su selección. Es que no puedo. Non tifo per gli azzurri por culpa de Roberto Baggio. Qué le vamos a hacer. Además, como selección son unos churreros. No digo que jueguen mal, porque no lo hacen, pero su tónica es ganar uno a cero con gol en el minuto 89 por penalti injusto, rebote en la barrera o jugada maestra. Lo de la jugadita está muy bien, pero las otras dos cosas joden una barbaridad. Este año ahí están, en su línea y en cuartos. Y los pobres suizos de camino a la Suisse sin haber perdido ni un solo partido ni haber encajado ni un solo gol. Cagüeneldioquesuiso, que dice el chiste. Si es que el mundo es injusto.
Después de ésto, ¿cómo nos vamos a sentar a ver el España-Francia sin un poquito de resquemor?

Y un último pensamiento que me ronda desde hace muchos años: ¿por qué ningún futbolista dice fútbol? Dicen fúbol, fúrbol, y si se les escapa por casualidad la palabra correcta, se autocorrigen, que es lo mejor de todo. Me tengo que fijar, porque no sé si es algo exclusivo del balompié o sucede también en otras profesiones... ¿El mundo de la costrución? ¿de la aministración? Pues va a ser que sí.

Y ya vale, que para no ser futbolera menudo rollo que me he pegado. Fubolera, perdón.

Bienvenidos al mundo apuf

Este espacio nace porque de todo tiene que haber en este mundo, hasta un mundo apuf. No hay propósitos, objetivos ni pautas que seguir; contaré lo que me apetezca, cuando me apetezca y como me apetezca. Mis cambios de humor son constantes, soy crítica con lo que me rodea y conmigo misma, y, no sé si porque interpreto demasiado lo que vivo o simplemente porque sí, a veces me pasan cosas un poco raras. Lo que escriba será lo que salga directamente de mi cabeza, como si lo dijera en voz alta delante de un café. Espero que, alguna vez, frente a esa misma taza haya alguien más con quien compartir conversación. El café así sabe mejor.