29 de abril de 2007

esto es vida

la media mierda

¿Qué os dije ayer?
Que por pisar media mierda acertaría siete en la quiniela.
Pues bien, he acertado 7 en una columna y 8 en la otra.
Me pongo las gafotas de secretaria del 1,2,3 y calculo:
Si 15 resultados corresponden a una mierda entera...
15 entre dos... a 7,5.
Ésto es, entre 7 y 8.
Vamos, lo que toca por pisar media mierda.

28 de abril de 2007

31

Hoy cumplo 31 años.

Me ha felicitado mucha gente. Los más cercanos me han llamado básicamente vieja, mientras que aquellos con los que tengo menos confianza me han dicho que no los aparento. ¿A quién creer?

Por lógica, a los que no se ven sometidos al bienquedar, es decir, a los primeros. El resultado de esta decisión sería asumir que con 31 años soy una vieja pero, gracias a la capacidad de autoengaño del ser humano, y teniendo en cuenta que quienes me han dicho que soy una vieja son principalmente los amigotes, lo más autocomplaciente es creer que lo dicen por joder y que, en realidad, no los aparento.
También está la opción de quedarme con lo que me ha dicho mi tío José Luis, que básicamente me ha dado la bienvenida a la edad adulta remarcando que hasta los 30 uno no es adulto sino gilipollas.
Teniendo en cuenta que la decisión está entre pensar que hoy soy adulta pero ayer era gilipollas o que tengo 31 años pero no los aparento, va a ser que me quedo con lo segundo. Principalmente porque quedarme con la idea de que hoy tengo 31 años, soy una vieja y ayer era gilipollas no me atrae lo más mínimo.

Para colmo de males, además de ser vieja, llueve. Mucho.
Esta mañana he ido a por el postre y el pan y me ha caído todo el agua encima. Y he pisado media mierda, lo que tendría que haberme proporcionado, al menos, media suerte. Mañana revisaré la quiniela que he hecho, que una aún sigue creyendo en la fortuna como regalo de cumpleaños. Aunque, si media mierda equivale a media suerte, seguramente habré acertado 7.

Alegríaaaaaaaaa.

18 de abril de 2007

la crisis de los 30

A mí la crisis de los 30 me ha llegado a puntito de cumplir los 31. El detonante fue que me di cuenta de que, mientras que hace unos meses decía mi edad y me echaban 3 años menos, ahora digo mi edad y no me dicen nada. Vamos, que se me dan los que tengo o incluso más. En poquitos meses me he debido de echar a perder una barbaridad. Por eso me da a mí que los 31 no me van a sentar nada bien.

30 es un número redondo, un número tipo "de aquí no paso que ya he llegado" Es algo así como sacar un 10. No puedes sacar más, es el tope, de ahí no se puede pasar. Pero se pasa, ay, si se pasa...

Para remediar algo la cosa me he cortado el pelo a lo Kiki de Montparnasse, que dicen que me hace más joven. Qué triste buscar con 30 años que algo te haga más joven. Espero que ésto no se convierta con los años en buscarme un tinte de pelo más claro, una ropa más colorida o un hombre veinte años menor. Que yo sepa, no hay nada fisiológico que motive perder la dignidad con la llegada de las arrugas. Al menos la dignidad que se crea uno mismo, que hay quien se la crea con tinte platino y blusones fucsias desde antes de cualquier crisis de edad.

Podría haberme ido de compras, que es lo que las mujeres solemos hacer cuando nos ataca algún disgusto absurdo, pero en mi caso siempre ha sido peor ese remedio que la enfermedad. Volvía a casa con las manos vacías y la constancia de estar gorda. Intentar meterse consecutivamente en tres pantalones y cuatro camisetas en las que no cabes no es lo mejor para alegrarse una el día; conseguir meterse finalmente en un pantalón y descubir que es de la talla 44 te deja ya para el arrastre. Vamos, te hace desear el disgusto absurdo primigenio frente al disgustazo horrible que llevas encima suma del primigenio y la tarde de compras.

¿Por qué sufriremos tanto las mujeres con estas tontadas, me pregunto yo? Creo que si me pongo a pensar fríamente en una respuesta convincente me voy a deprimir aún más, así que mejor le dejo ese trabajo a los hombres.