Últimamente emiten en La Primera un programa que se llama Los mejores años de nuestra vida. La verdad es que el programa ni me va ni me viene, pero su nombre y su música de cabecera sí que me llamaron bastante la atención porque son la traducción al castellano de una canción del controvertido artista italiano Renato Zero titulada I migliori anni della nostra vita, casi un himno en aquel país.
La primera vez que escuché esta canción fue en Roma, en el concierto Live 8 que se celebró en el Circo Massimo el 2 de julio de 2005 y, contemporáneamente, en otras 7 ciudades del mundo. Cuando sonaron los primeros acordes de esa canción y Renato Zero apareció en el escenario (al que nosotros desconocíamos por completo), el Circo se vino abajo. La gente comenzó a llamar con sus móviles a familiares y amigos para hacerles partícipes de lo que estaba a punto de suceder. Aún más cuando salió a acompañarle Laura Pausini. Y mucho más aún cuando a ellos dos se unió Claudio Baglioni (un equivalente al Camilo Sesto de los 70 que sigue en activo y, aún hoy, volviéndolas locas... un día subiré un post sobre este tipo) Los tres se unieron en el estribillo de la canción: los mejores años de nuestra vida, abrázame fuerte que ninguna noche es infinita, coreados por las miles de personas que se encontraban allí, incluidos nosotros. Era imposible no sucumbir a ese momento emocionante y nostálgico al mismo tiempo, sobre todo para nosotros, que sabíamos que antes o después deberíamos despedirnos de esa ciudad y de nuestra vida allí, de una parte de los mejores años de nuestra vida.
La primera vez que escuché esta canción fue en Roma, en el concierto Live 8 que se celebró en el Circo Massimo el 2 de julio de 2005 y, contemporáneamente, en otras 7 ciudades del mundo. Cuando sonaron los primeros acordes de esa canción y Renato Zero apareció en el escenario (al que nosotros desconocíamos por completo), el Circo se vino abajo. La gente comenzó a llamar con sus móviles a familiares y amigos para hacerles partícipes de lo que estaba a punto de suceder. Aún más cuando salió a acompañarle Laura Pausini. Y mucho más aún cuando a ellos dos se unió Claudio Baglioni (un equivalente al Camilo Sesto de los 70 que sigue en activo y, aún hoy, volviéndolas locas... un día subiré un post sobre este tipo) Los tres se unieron en el estribillo de la canción: los mejores años de nuestra vida, abrázame fuerte que ninguna noche es infinita, coreados por las miles de personas que se encontraban allí, incluidos nosotros. Era imposible no sucumbir a ese momento emocionante y nostálgico al mismo tiempo, sobre todo para nosotros, que sabíamos que antes o después deberíamos despedirnos de esa ciudad y de nuestra vida allí, de una parte de los mejores años de nuestra vida.