28 de septiembre de 2010

El discreto MSA 9000



Llevo varios días cruzándome con este anuncio (o él conmigo, realmente), y cada vez que lo veo no puedo dejar de preguntarme si realmente habrá alguien que se lance a utilizar este cacharro (a comprarlo probablemente sí, pero usarlo después ya es otro cantar). Incluso he llegado a fijarme en la gente por la calle, no vaya a ser que esté de moda y yo no me haya dado cuenta, como sucede con esos zapatos con suela basculante que visualmente resultan extraños pero que parece ser que son una garantía contra los dolores de espalda.

Volviendo al MSA 9000, confirmo que no he visto a nadie llevándolo por la calle. Y mira que, como bien dice el anuncio, ¿para qué gastar miles de euros en voluminosos audífonos cuando puedes tener el MSA 9000 a un precio mucho menor sin que, además, nadie adivine jamás que se trata de un audífono? Podrían pensar que te acabas de escapar de una centralita, que aún usas la primera generación de manos libres o que se te ha quedado la maquinilla de afeitar clavada a la patilla, pero jamás que estás más sordo que una tapia.

Aún así, ya os digo yo que no he visto a nadie disfrutando de las ventajas de este aparatito. Y no lo entiendo porque, ¿quién no querría poder escuchar todo amplificado 9000 veces? Desde el aleteo de una avispa hasta las conversaciones de los amigos, el ruido del tráfico, la tele del vecino, al mismo vecino cagando en el baño de su casa... ¡porque 9000 veces son muchas veces! ¡Todo un mundo de posibilidades puede abrirse ante ti si te colocas este estupendo aparatito! Además de mejorar muchísimo de tu handicap, que no es moco de pavo. Después de llevarlo un tiempo probablemente termines internado en un sanatorio mental pero, oye, ¿y la de cosas que habrás escuchado hasta entonces, eh? En seminarios, iglesias ¡y hasta en el cine!

Y, encima, te venden dos por el precio de uno, para que puedas escuchar todo en estéreo y volverte chapitas a doble velocidad. Una ganga, señores.