15 de septiembre de 2014

La fregona

Mi hijo mayor, que aún no tiene seis años, acaba de preguntarme muy educadamente si le presto la fregona.

Por un lado, me alegro de que haya decidido motu proprio limpiar un poco de agua que ha derramado en el suelo; por otro, el hecho de que haya acudido concretamente a mí, y no a su padre, y haya utilizado el verbo "prestar" en su pregunta, como si la fregona fuera de mi propiedad, me ha dejado claro que las madres (y los padres) todavía tenemos mucho trabajo por hacer, y no con la fregona precisamente.