Después de comer me suelo echar un rato en el sofá para ver "Saber y Ganar", el concurso de La 2. Esta confesión no forma parte del pegote típico de "Yo veo los documentales de La 2" porque en cuanto empieza el documental, a eso de las 4, me quedo roque.
Es un concurso que me gusta por varios motivos: tengo la esperanza de que algo de todo lo que en él se pregunta se me quede en la cabeza; es gratificante saber alguna de las respuestas (aunque cuando compruebas que el total de aciertos es mínimo, también te hace sentir un poco zote); y es un concurso, de los pocos, en el que quien gana lo hace por un mérito tan admirable como haber dedicado tiempo y esfuerzo a ilustrarse.
Encontrarme con una persona que sabe de todo (si no lo utiliza para ser pedante) me provoca una envidia sana y un ánimo de intentar aprender un poco más. Y eso es lo que me sucedía con uno de los concursantes (también me pasó con otros anteriores), un tal Roberto Sánchez. Este chico sabía de historia, de ciencia, de arte, de literatura, de cine... Gracias a sus conocimientos, consiguió llegar al programa número 100 y ganar más de 70.000 euros.
Como muy pocos llegan hasta ahí (creo que ha habido 3 ó 4 antes que él), "Saber y ganar" preparó un especial dedicado en exclusiva al concursante. Sería sólo Roberto quien respondería a las preguntas formuladas por el programa, en su mayoría relacionadas con su paso por él (preguntas que falló en su día, por ejemplo). Yo vi ese programa con interés, repitiéndome constantemente "cuánto sabe este tío..." y envidiando sanamente su "sabiduría". Pero, de pronto, sucedió algo que eliminó de un zarpazo esa sensación y me provocó otra completamente contradictoria: la vergüenza ajena. Al pobre Roberto le hicieron responder a las preguntas... ¡rapeando! ¡Todo el programa se puso a rapear! Parecía como si el programa hubiera tendido una trampa al pobre Roberto para vengarse de su hazaña. "Has llegado hasta aquí por listo, ¿verdad? ¡Pues ahora vas a hacer el tonto como el que más!" A mis ojos de espectadora no resultó una broma, una gracia, un entretenimiento. Resultó una verdadera putada. No le encuentro otra justificación porque era algo completamente innecesario y fuera de lugar.
Pero lo más triste de todo será que muchos de nosotros ya no recordaremos al gran Roberto Sánchez por todo lo que sabe, sino por lo mal que rapea y el poco ritmo que tiene. Qué triste.
Aquí os dejo el vídeo. Vosotros sabréis cómo queréis recordar a Roberto.
Es un concurso que me gusta por varios motivos: tengo la esperanza de que algo de todo lo que en él se pregunta se me quede en la cabeza; es gratificante saber alguna de las respuestas (aunque cuando compruebas que el total de aciertos es mínimo, también te hace sentir un poco zote); y es un concurso, de los pocos, en el que quien gana lo hace por un mérito tan admirable como haber dedicado tiempo y esfuerzo a ilustrarse.
Encontrarme con una persona que sabe de todo (si no lo utiliza para ser pedante) me provoca una envidia sana y un ánimo de intentar aprender un poco más. Y eso es lo que me sucedía con uno de los concursantes (también me pasó con otros anteriores), un tal Roberto Sánchez. Este chico sabía de historia, de ciencia, de arte, de literatura, de cine... Gracias a sus conocimientos, consiguió llegar al programa número 100 y ganar más de 70.000 euros.
Como muy pocos llegan hasta ahí (creo que ha habido 3 ó 4 antes que él), "Saber y ganar" preparó un especial dedicado en exclusiva al concursante. Sería sólo Roberto quien respondería a las preguntas formuladas por el programa, en su mayoría relacionadas con su paso por él (preguntas que falló en su día, por ejemplo). Yo vi ese programa con interés, repitiéndome constantemente "cuánto sabe este tío..." y envidiando sanamente su "sabiduría". Pero, de pronto, sucedió algo que eliminó de un zarpazo esa sensación y me provocó otra completamente contradictoria: la vergüenza ajena. Al pobre Roberto le hicieron responder a las preguntas... ¡rapeando! ¡Todo el programa se puso a rapear! Parecía como si el programa hubiera tendido una trampa al pobre Roberto para vengarse de su hazaña. "Has llegado hasta aquí por listo, ¿verdad? ¡Pues ahora vas a hacer el tonto como el que más!" A mis ojos de espectadora no resultó una broma, una gracia, un entretenimiento. Resultó una verdadera putada. No le encuentro otra justificación porque era algo completamente innecesario y fuera de lugar.
Pero lo más triste de todo será que muchos de nosotros ya no recordaremos al gran Roberto Sánchez por todo lo que sabe, sino por lo mal que rapea y el poco ritmo que tiene. Qué triste.
Aquí os dejo el vídeo. Vosotros sabréis cómo queréis recordar a Roberto.