Un tío va en el metro tan tranquilamente. Cuando el metro pasa por una zona descubierta, una bala atraviesa una de las ventanas y va a parar al estómago de este tío, dejándolo seco.
Obviamente, la probabilidad de que el pobre desgraciado fuera el verdadero objetivo del disparo teniendo en cuenta el lugar y el modo es bastante remota.
Sin embargo, no podemos quedarnos tan sólo con esa respuesta porque la probabilidad es remota pero sigue siendo una probabilidad, así que los tipos listos se ponen a investigar. Llevan a cabo simulaciones, revisan el lugar de los hechos con multitud de aparatos y llegan a la conclusión de que el disparo procedió de una de las ventanas del edificio junto al que pasa la línea de metro en la que viajaba el pobre desgraciado.
Raudos y veloces pero manteniendo en todo momento la calma y la compostura, los tipos listos localizan la vivienda a la que pertenece la ventana y, muy educadamente, solicitan el acceso a su interior. No hay quien se niegue ante tanta compostura, tanta educación y tanta placa, así que el propietario les permite entrar. Un breve cruce de frases del tipo "¿tiene algo que decir?", "yo no sé nada" y la hija del propietario entra en escena para desvelar en un segundo lo que ha ocurrido allí esa misma mañana: su padre la ha pillado en la cama con el novio y se ha puesto a pegar tiros a diestro y siniestro. Con tan mala suerte que uno de esos disparos ha atravesado la ventana del apartamento, la del vagón de metro y ha ido a parar al estómago del pobre desgraciado.
La cosa podría quedarse aquí, pero antes hay que terminar algunos trámites. Aunque todo parece indicar que la muerte del pobre desgraciado ha sido completamente accidental, dado que no ha sido natural es de manual practicarle la autopsia. Y, oh, ¡sorpresa!
El pobre desgraciado que viajaba en metro
al que una bala perdida
disparada por un padre enojado al novio de su hija
en un apartamento a tomar por el saco
le ha perforado el estómago...
¡ya estaba muerto antes de recibir el impacto!
¡Ja! Entonces, ¿de qué probabilidad estamos hablando ahora?
¿Qué probabilidad hay de que una bala perdida
disparada por un padre enojado al novio de su hija
en un apartamento a tomar por el saco
vaya justo a perforar el estómago de un pobre desgraciado que ya está muerto?
Que se lo pregunten a los guionistas de CSI New York que son los que se han sacado esta historia de la manga.
Obviamente, la probabilidad de que el pobre desgraciado fuera el verdadero objetivo del disparo teniendo en cuenta el lugar y el modo es bastante remota.
Sin embargo, no podemos quedarnos tan sólo con esa respuesta porque la probabilidad es remota pero sigue siendo una probabilidad, así que los tipos listos se ponen a investigar. Llevan a cabo simulaciones, revisan el lugar de los hechos con multitud de aparatos y llegan a la conclusión de que el disparo procedió de una de las ventanas del edificio junto al que pasa la línea de metro en la que viajaba el pobre desgraciado.
Raudos y veloces pero manteniendo en todo momento la calma y la compostura, los tipos listos localizan la vivienda a la que pertenece la ventana y, muy educadamente, solicitan el acceso a su interior. No hay quien se niegue ante tanta compostura, tanta educación y tanta placa, así que el propietario les permite entrar. Un breve cruce de frases del tipo "¿tiene algo que decir?", "yo no sé nada" y la hija del propietario entra en escena para desvelar en un segundo lo que ha ocurrido allí esa misma mañana: su padre la ha pillado en la cama con el novio y se ha puesto a pegar tiros a diestro y siniestro. Con tan mala suerte que uno de esos disparos ha atravesado la ventana del apartamento, la del vagón de metro y ha ido a parar al estómago del pobre desgraciado.
La cosa podría quedarse aquí, pero antes hay que terminar algunos trámites. Aunque todo parece indicar que la muerte del pobre desgraciado ha sido completamente accidental, dado que no ha sido natural es de manual practicarle la autopsia. Y, oh, ¡sorpresa!
El pobre desgraciado que viajaba en metro
al que una bala perdida
disparada por un padre enojado al novio de su hija
en un apartamento a tomar por el saco
le ha perforado el estómago...
¡ya estaba muerto antes de recibir el impacto!
¡Ja! Entonces, ¿de qué probabilidad estamos hablando ahora?
¿Qué probabilidad hay de que una bala perdida
disparada por un padre enojado al novio de su hija
en un apartamento a tomar por el saco
vaya justo a perforar el estómago de un pobre desgraciado que ya está muerto?
Que se lo pregunten a los guionistas de CSI New York que son los que se han sacado esta historia de la manga.
3 comentarios:
Madre mía, madre mía. Es en estos casos cuando se dice la frase "la realidad supera a la ficción", ¿no? Menuda historia.
Yo creo que más bien es al revés, "la ficción supera a la realidad", pero tanto, tanto que no hay quien se la crea...
Bueno bueno, después de habernos tragado MEDICO DE FAMILIA... CSI no es nada en comparación, jajaja
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