Hace unos días, a eso de las 8 de la mañana, empezaron a escucharse unos martillazos tremendos procedentes del piso de abajo. Yo dormía plácidamente y Sergio se acababa de levantar. Fijaos cómo serían de tremendos que la vecina se vio en la necesidad moral de subir a disculparse y, de paso, comunicarnos que estaban de obras. Aunque eso ya nos lo habíamos imaginado, no contábamos entre sus posibles aficiones la de ponerse a destrozar su casa a golpetazos al punto de la mañana (aunque cosas más raras se han visto...)
Total que, aunque aquí retumbaba todo, yo seguía durmiendo tan plácidamente. Sergio se acercaba de vez en cuando y me soltaba un "no sé cómo narices puedes dormir con este follón". "Y lo que te gustaría poder hacerlo a ti...", pensaba yo en sueños.
Lo que Sergio no sabía es que yo hacía rato que había incluído aquello que me rodeaba en mi vida soñadora pararela, y que ya no eran los vecinos quienes estaban en obras sino mi amiga Ana Paula (o no-amiga, según toque) y vete tú a saber porqué. Yo tampoco lo sé, todo sea dicho. Ana terminó las obras de su casa hace tiempo. Yo, simplemente, sabía que la causante de ese estruendo era Ana. Acabo de caer en la cuenta de que igual resulta que era Ana, y no otra u otro, por eso de que no somos amigas. Nadie mejor que una no-amiga para joderte con martillazos a las 8 de la mañana.
Además de ese dato, mi cabeza sólo procesaba otra cosa más: el cuadro que tenemos colgado sobre la cama temblaba y rebotaba sobre la pared peligrosamente. ¿Me quedaba como estaba, con la cabeza debajo, o sería mejor darme la vuelta para que, en caso de que terminara cayéndose, lo hiciera sobre mis pies?
Y ahí se quedó el tema. No recuerdo qué decisión tome. Ya os digo que estaba dormida.
2 comentarios:
Pobre Ana... seguro te levantaste odiandola un poquito más...
Pues yo creo que era por el tema del piso de Alejandro.
Cuando se metan con obras el dia que sea, será Ana la vecina de arriba que incluirá los ruidos en sus sueños peludos a las 8 de la mañana.
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