Plutón ya no es un planeta a secas. Ahora es un planeta enano. Se han reunido los listos y lo han decidido así. Es como si un día se reúnen los que mandan en el mundo y te dicen que ahora ya no eres un ser humano así sin más sino que han decidido que eres un ser humano enano. Hay que tener mala leche.
Pero eso no es lo peor. Lo peor es que el pobre Plutón, además de convertirse de la noche a la mañana en enano, resulta que ha entrado en la categoría de los enanos como segundón, detrás Xena, La Princesa Guerrera, un planeta descubierto por un astrónomo estadounidense (el de la foto) quien, al enterarse de la noticia, ha dicho que "eso era guay" (supongo que sus palabras exactas habrán sido "that's cool") Pues nada. Que vivan la Coke y las french fries.
Parece ser que había dos opciones: o admitir en el club de los planetas a Ceres, Caronte y Xena, descubiertos a partir de 1930, año en el que Plutón llegó a nuestras vidas, o mandar a Plutón a segunda y quedarnos con ocho.
Si optaban por la primera opción, y visto que de ahora en adelante parece ser que está previsto que se descubran mogollón de cuerpos celestes que orbiten alrededor del sol (definición básica de planeta, al parecer) podría suceder que la lista de los planetas aumentara considerablemente en poco tiempo, así que han decidido curarse en salud, quedarse con los ocho seguros en primera y mandar al resto y a los que lleguen después a segunda división. Algo así como el G-8, que siempre son los mismos aunque poco a poco algunos decaigan y otros les ganen terreno.
Y todo porque el pobre Plutón es chiquitito y tiene una órbita irregular. Pobres de los bajitos borrachines.
Obviamente, ya han llegado las quejas a esta decisión. Maestros de escuela, por ejemplo, que se quejan de que, después de toda una vida dedicada a enseñar una lista de nueve planetas a sus alumnos tienen ahora que darles explicaciones de porqué han de quitar ahora el último, el tan querido Plutón. Porque es verdad que a Plutón se le coge cariño, cae simpático. Es (era) el último, el chiquitín, algo así como el hermanito pequeño, el niño planeta. Jupiter es el grandullón, Mercurio el pequeño protestón, Venus el guapo y Marte el rarito (al menos para mí, qué pasa) Para convencer a los maestros de que esta decisión es la mejor supongo que valdrá con preguntarles si, en lugar de enseñar una lista de ocho planetas prefieren vérselas con enseñar una de veinte que aumenta cada década.
Y también ha llegado el cachondeillo, como una encuesta que he leído recientemente en la que se pedían propuestas para cubrir el hueco dejado por la recién retirada estatua ecuestre de Franco en la Academia General Militar de Zaragoza. Un 25 % proponía un monumento a la memoria de Plutón. No me extrañaría que de aquí a nada aparezcan preguntas trampa en los concursos de la tele del tipo "Cuántos planetas hay" o "Cuál es el nombre del planeta más lejano".
Y es que nos va a resultar difícil acostumbrarnos al cambio... Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plut.... Urano y Neptuno. Y Xena la Princesa Guerrera.
Pero eso no es lo peor. Lo peor es que el pobre Plutón, además de convertirse de la noche a la mañana en enano, resulta que ha entrado en la categoría de los enanos como segundón, detrás Xena, La Princesa Guerrera, un planeta descubierto por un astrónomo estadounidense (el de la foto) quien, al enterarse de la noticia, ha dicho que "eso era guay" (supongo que sus palabras exactas habrán sido "that's cool") Pues nada. Que vivan la Coke y las french fries.
Parece ser que había dos opciones: o admitir en el club de los planetas a Ceres, Caronte y Xena, descubiertos a partir de 1930, año en el que Plutón llegó a nuestras vidas, o mandar a Plutón a segunda y quedarnos con ocho.
Si optaban por la primera opción, y visto que de ahora en adelante parece ser que está previsto que se descubran mogollón de cuerpos celestes que orbiten alrededor del sol (definición básica de planeta, al parecer) podría suceder que la lista de los planetas aumentara considerablemente en poco tiempo, así que han decidido curarse en salud, quedarse con los ocho seguros en primera y mandar al resto y a los que lleguen después a segunda división. Algo así como el G-8, que siempre son los mismos aunque poco a poco algunos decaigan y otros les ganen terreno.
Y todo porque el pobre Plutón es chiquitito y tiene una órbita irregular. Pobres de los bajitos borrachines.
Obviamente, ya han llegado las quejas a esta decisión. Maestros de escuela, por ejemplo, que se quejan de que, después de toda una vida dedicada a enseñar una lista de nueve planetas a sus alumnos tienen ahora que darles explicaciones de porqué han de quitar ahora el último, el tan querido Plutón. Porque es verdad que a Plutón se le coge cariño, cae simpático. Es (era) el último, el chiquitín, algo así como el hermanito pequeño, el niño planeta. Jupiter es el grandullón, Mercurio el pequeño protestón, Venus el guapo y Marte el rarito (al menos para mí, qué pasa) Para convencer a los maestros de que esta decisión es la mejor supongo que valdrá con preguntarles si, en lugar de enseñar una lista de ocho planetas prefieren vérselas con enseñar una de veinte que aumenta cada década.
Y también ha llegado el cachondeillo, como una encuesta que he leído recientemente en la que se pedían propuestas para cubrir el hueco dejado por la recién retirada estatua ecuestre de Franco en la Academia General Militar de Zaragoza. Un 25 % proponía un monumento a la memoria de Plutón. No me extrañaría que de aquí a nada aparezcan preguntas trampa en los concursos de la tele del tipo "Cuántos planetas hay" o "Cuál es el nombre del planeta más lejano".
Y es que nos va a resultar difícil acostumbrarnos al cambio... Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plut.... Urano y Neptuno. Y Xena la Princesa Guerrera.
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