28 de noviembre de 2007

cuesta concentrarse

Hay días en los que, por mucho que lo intenta una, no se concentra ni por descuido. Ayer empecé a prepararme anímicamente para que hoy me cundiera.

mañanatetienequecundir
mañanatetienequecundir
mañanatetienequecundir

Y hoy me he levantando con el objetivo de que el día me cundiese.

Sin embargo, aquí estoy, escribiendo nada en un blog al que aporto poco de ciento a viento. Para esto hay que estar muy descentrada.

Y es que, cuando no se está, no se está. Ni que hubiera dejado de fumar.
La verdad es que no le encuentro explicación. Simplemente, no estoy en lo que debiera estar ni en ninguna parte. Bueno, estoy un ratico aquí y un ratico allá. Voy y vengo. ¿Para qué? Para nada. Para perder el tiempo.
Qué sensación más tonta.
Seguiría escribiendo pero...
no me concentro.

20 de noviembre de 2007

el virus de las 24 horas

Desde el domingo por la noche hasta hoy por la mañana he sufrido de dolor de cabeza, sensación de nausea y mal estar general, que se suele decir. No quiero echarle la culpa al asado con patatas con el que nos obsequió mi madre el domingo al mediodía con motivo de la celebración de su cumpleaños porque eso estaría muy feo, pero es cierto que a partir de ese momento mi cuerpo se rebeló.
Como mi madre es una santa y todo lo que cocina es una delicia, le echaré la culpa a lo que le hubiera echado la culpa mi médico de cabecera: a un virus que corre por ahí y que, al igual que a mí, está afectando a mucha otra gente (que eso es lo que siempre me dice el médico). El famoso virus de las 24 horas.
Nadie lo ha visto jamás, porque no se le ve venir, pero es el presunto culpable de todos nuestros males gástricos. Tampoco sabemos si es uno o trino, como si fuera un castigo del Señor, si quien ataca es siempre el mismo o si forma parte de un ejército organizado de virus tocapelotas.
La cuestión está en que a mí viene a visitarme cada dos por tres, unas veces después de haber comido carne, otras después de haber comido pescado, y, efectivamente, permanece conmigo jodiéndome el día durante 24 horas. Luego se va y, si te he visto, no me acuerdo. Mejor, por supuesto. Lo que me fastida es que, en cualquier momento, se planta en mi estómago otra vez y eso sí que no. En un año habrá venido a verme tres o cuatro veces, así que, en mi caso, ya pasa de ser el virus de las 24 horas a convertirse en el virus cuatrimestral, como la declaración del IVA. Con la diferencia de que por desgravarme, yo no me desgravo ni 300 gramos. Una lástima.

11 de noviembre de 2007

aparcas como un gilipollas

Hoy me ha llegado un mail de una amiga con una información sobre una página web, www.youparklikeanasshole.com, y he de confesar que la idea me parece estupenda. Sé que en esta vida hay muchas cosas bastante más importantes por las que cabrearse que por cómo aparca la gente, pero también estoy convencida de que si la gente fuera más cívica en estos mínimos aspectos de convivencia muchas de las cosas realmente importantes irían un poco mejor. Vamos, que he llegado a la conclusión de que lo que realmente me cabrea es la falta de civismo y no la incompetencia a la hora de optimizar espacios.

La de veces que habré deseado dejarle una nota a algún zoquete aparcador, algo que nunca he llegado a hacer por carecer de bolígrafo o de un papel digno donde describirle su incompetencia. Reconozco que me faltan agallas para llamar la atención a quienes veo que aparcan sin pensar en los demás o a quienes tiran un papel al suelo. No sé por qué hemos perdido la autoridad moral de recriminar a las personas ese tipo de cosas, pero la hemos perdido. Quizás por exceso de individualismo, por miedo o por falta de apoyo social. Y aquí es donde la iniciativa de esta página puede resultar útil. Esta web te proporciona un modelo de "nota de advertencia" que puedes dejar en el coche de quien ha aparcado como un gilipollas. Yo también podría dejar una nota, o tú, o el otro, cualquier nota, pero no sería igual. Si yo dejo una nota, la que me dé la gana a mí, lo hago a título individual y al del coche se la suda; sin embargo, si todos dejamos la misma nota, un modelo de nota "para conductores gilipollas", el toque de atención adquiere otro calibre; ya no será una opinión a título individual, será un toque de atención de carácter social. Es algo similar a lo que sucede con los uniformes; si tú, como ciudadano de a pie, llamas la atención a un tipo por saltarse un semáforo, casi seguro que te gritará que eres un gilipollas; si quien le llama la atención lleva uniforme de policía, probablemente se lo piense dos veces antes de abrir la boca. Con esto no quiero defender los uniformes; creo que sería mejor que fuéramos todos más cívicos para que no tuviera que haber tanta gente que los llevara, pero es lo que hay. Así que yo me voy a imprimir doscientas o trescientas notitas para dejar en los coches de conductores gilipollas que aparquen sin pensar en los demás para colaborar con la causa a la espera de que inventen algo (¿un banderín, quizás?) para llamar la atención a los dueños de perros que llenan las calles con los excrementos de sus mascotas.