15 de septiembre de 2014

La fregona

Mi hijo mayor, que aún no tiene seis años, acaba de preguntarme muy educadamente si le presto la fregona.

Por un lado, me alegro de que haya decidido motu proprio limpiar un poco de agua que ha derramado en el suelo; por otro, el hecho de que haya acudido concretamente a mí, y no a su padre, y haya utilizado el verbo "prestar" en su pregunta, como si la fregona fuera de mi propiedad, me ha dejado claro que las madres (y los padres) todavía tenemos mucho trabajo por hacer, y no con la fregona precisamente.

30 de julio de 2014

Selección de personal

Imagínate que tienes una empresa y necesitas contratar a un administrador, un contable y varios administrativos para que saquen adelante el trabajo de gestión de cada día.

Lanzas las ofertas de trabajo, recibes candidaturas y realizas las correspondientes entrevistas de trabajo. Finalmente, decides a quien vas a contratar y formalizas con ellos la relación laboral. Los contratas, vaya. Eso sí, con un contrato temporal renovable para ver si, como trabajadores, satisfacen tus expectativas.

Durante el tiempo en el que trabajan para ti tu empresa tiene pérdidas, hay conflictos con los trabajadores, con los proveedores, con los clientes; incluso contigo, que no estás de acuerdo con parte de su gestión. Y, para colmo, externamente te llegan pruebas de que te han estado robando a manos llenas y han utilizado información confidencial de la empresa para negocios con la competencia, pensando en su propio beneficio y negándote todo a la cara mostrando indignación por tu desconfianza.

Una vez imaginado todo esto... ¿les renovarías el contrato?

Pues recuerda tu respuesta la próxima vez que vayas a votar. Gracias.

7 de enero de 2014

la grande bellezza

Esta tarde hemos ido al cine a ver "La Gran Belleza" ("La Grande Bellezza"), de Paolo Sorrentino. Una película extrañamente bella, de esas que han de verse en pantalla grande para captar cada gesto y cada detalle y que, lamentablemente, solo pueden recomendarse a determinadas personas: a aquellas que, como su protagonista, están destinadas a la sensibilidad. 

Porque esta no es una película "bonita"; es una película "bella", que muestra su belleza en pequeñas dosis, continuas pero discretas.

Pero también es una película de extremos. De extrema sensibilidad, de extrema decadencia, de extrema soledad. El viaje del protagonista por esa vida aparentemente bella pero ruinosa, cíclica, sin destino aparente, recuerda a Dante en su paseo por el Infierno. Ese descenso en el que observa la decadencia del ser humano, inmerso en el horror, formando parte de él pero descubriendo en momentos fugaces que hay un paraíso sobre nuestras cabezas. 

Casi sin darte cuenta, entre vorágine, hipocresía y decadencia, esas pequeñas dosis de belleza van posándose en el espectador hasta que, con un estímulo puntual, afloran y se externalizan. Algo mínimo pero necesario para reaccionar.

Su final, ese paseo solitario por el Tiber, la laguna Estigia de nuestro Dante/Gep, refleja a la perfección la sensación que te aborda tras enfrentarte a esta película: la sensación de un solitario paseo por el Tiber, rodeado de tantísima belleza pero solo, al fin y al cabo.

En definitiva, una película que no te deja indiferente y que, si descubre su belleza, late dentro de ti durante horas, incluso días. 

 
 

3 de diciembre de 2013

Hurt

Pones música de fondo. Una selección aleatoria. Suena una canción tras otra y no prestas excesiva atención a ninguna; sólo te acompañan mientras haces otra cosa.

Pero, en un momento preciso, te das cuenta de que una canción que nunca habías escuchado y que no sabes cuándo ha comenzado a sonar ha atravesado la barrera y se ha quedado ahí, en tu cabeza. Te atrapa, y dejas de hacer lo que estabas haciendo para centrar en ella toda tu atención.

Y descubres algo maravilloso que va más allá de una canción.

2 de septiembre de 2013

la diferencia entre un "sin" y un "para" es equivalente a la amplitud de miras

Comienzan a surgir compañías aéreas que habilitan "zonas sin niños" (y las cobran). ¿Por qué no habilitan una "zona PARA niños" en vez de una "zona SIN niños"? Es cuestión de cambiar el punto de vista y de ver a los niños y a las familias como viajeros y no como estorbos. 

Estoy convencida de que más de una familia pagaría un extra en el billete si considerase que de ese modo iba a poder viajar con mayor comodidad junto a sus hijos. Porque, al fin y al cabo, y salvo excepciones de padres huevazos, a nuestros hijos los aguantamos nosotros y somos nosotros quienes tratamos de que molesten lo menos posible, aunque precisamente en el transporte aéreo no nos lo pongan demasiado fácil: esperas interminables en la terminal, esperas interminables en miniautobuses hasta llegar al avión, esperas interminables para el despegue y viajes de horas enclaustrados en medio metro cuadrado sin posibilidad de acceder al pasillo y haciendo de llegar al baño una aventura. Intenta explicarle tú a un niño de tres años que se tiene que estar cuatro horas quietecito y sin molestar mirando el respaldo de un sillón que dista medio metro de la punta de su nariz. Si la mayoría de los padres no pusieran su buen hacer en tratar que sus hijos molestasen lo menos posible más de uno se habría tirado ya del avión. Y, repito, eso no quita que haya padres y madres huevazos que no se merezcan que alguien les obligase a saltar.

Las compañías aéreas se han estrujado la cabeza para habilitar zonas en las que puedes reclinarte hasta estar como en una hamaca del Caribe, te dan un antifaz para evitar que te moleste la luz y una mantita para que puedas echar una cabezada como si estuvieras en la camita de tus papás, puedes comer con servilleta de tela y cubiertos de metal, hasta elegir qué programas quieres ver en tu minipantalla personal. ¡Pero no han sido capaces ni de ofrecer un cutre cuaderno con cuatro lápices de colores a los niños que también pagan su billete para hacerles el viaje más entretenido! Que todo eso lo traigan los padres. Pues sí, señores, ya lo llevo yo, y el cuaderno de juegos, y las cartas, y el iPad y lo que haga falta. Pero si aún así mi niño les molesta, se joden, que tiene dos años y no sé si a él le molestarán los fanfarrones que cuentan su vida a risotadas al compañero de viaje, los que se quitan los zapatos y comparten al aire sus pies apestosos o los que ocupan todo su espacio vital y parte del del vecino con su cuerpo y todos sus enseres, pero a mí sí. Porque si la solución estuviera en habilitar zonas "sin" habría que fletar el triple de aviones.  

Lo único que me consuela de todo este asunto es que, aunque algunas líneas te releguen a viajar en turista aunque seas el marajá de Kapurthala si vas con tus hijos (o eso dicen), al menos van a hacer pagar a los que no quieran niños y no a los que los lleven puestos, porque ya sería lo último que faltaba. De todas formas, tiempo al tiempo, que parece ser que lo cura todo salvo la escasez de miras.

Fuente: El País (http://blogs.elpais.com/paco-nadal/2013/09/aviones-con-zonas-sin-ni%C3%B1os.html)

22 de agosto de 2013

Hay libros que son como almendras amargas

Yo no soy experta en literatura ni me considero gran lectora. Leo lo que puedo y me dejan, que no es mucho (y no es poco), y, salvo excepciones, sin demasiado criterio. Voy tirando de nuestra biblioteca particular, compuesta por libros que hemos ido comprando a lo largo de los años o que han llegado a nosotros de un modo u otro. En alguna ocasión busco títulos determinados en la biblioteca y poco más.

Todo este rollo viene a que hace unos días tiré de uno de esos libros almacenados en nuestra librería y comencé su lectura, en concreto uno premiado con el renombrado premio "Planeta" y que una amiga tuvo a bien regalarme hace algunos años sin mayor referencia que el título y el mencionado galardón.

El primer capítulo no me hizo presagiar nada bueno, pero le di una segunda oportunidad leyéndome el siguiente. La cosa no mejoraba. Ayer, decidí hacer mío eso de "a la tercera va la vencida" y ver si la vencida consistía en leerlo hasta el final o mandarlo de vuelta a la estantería. 

Pocos libros de los que han pasado por mis manos han sufrido este triste final, y sólo dos por ser infumables y no por "pereza" del lector. El primero, "Ángeles y demonios", de Dan Brown, que me obligó a decir "hasta aquí" cuando la historia no tenía ya ni pies ni cabeza. En mi defensa diré que me lo leí porque era una edición en italiano, porque se desarrolla en Roma, mi ciudad entre ciudades, y porque me lo regalaron. El segundo ha sido el premio Planeta del que hablo. 

Ya digo que no soy lectora sibarita, pero sí creo tener un cierto criterio estético y su lectura dolía por todas partes. Tras cerrar el libro, me rondaba la duda de si el problema estaba en el libro o en mí. Quizá fuera una grandísima novela y, simplemente, yo no supiera apreciarla. Así que busqué críticas en Internet. Sí, ya, las críticas... Sin embargo, me quité un peso de encima al revisar tres de ellas y ver que coincidían plenamente con mi opinión y sentimiento acerca del libro, aunque sólo me hubiese leído tres capítulos. 

Menudo alivio. Acto seguido me dirigí a la librería y, tras un vistazo rápido y en honor a mi padre, opté por llevarme a la mesilla "Oráculo manual y arte de prudencia", de Baltasar Gracián. No creo que suceda, pero como me vea obligada a devolverlo antes de llegar al final a ver cómo se lo explico yo a mi padre.   

20 de mayo de 2013

HELP ME FIND "BOBBY"!

Os voy a contar una historia y a pedir vuestra colaboración. Esta foto que véis la compramos en un mercadillo de Nueva York en 2003. Nos acompañó durante todo el viaje, así que decidimos bautizar al chaval que aparece en ella como "Bobby".

"Bobby" lleva más de 10 años en nuestras vidas. Me gustaría saber quién es realmente el tipo que tengo colgado en una pared de mi casa y que sepa que desde hace 10 años forma parte de la vida de una pareja de Zaragoza, algo que seguro que ni se imagina.
Si conseguimos hacer llegar su foto al otro lado del charco quién sabe, igual lo consigo...

La única información que nos dieron sobre ella es que era el retrato de un hippy de San Francisco sacado en los años '60. La foto formaba parte de un trío; creo recordar que la acompañaba una foto de una chica y otra de "Bobby" con la misma chica y otro chico más. Como la cartera no daba para más tuvimos que decantarnos sólo por una y nos quedamos con la del hippy gamberrete (aún me duele no haberme llevado las tres).  
El otro día me percaté de que aparecía la placa de una calle en la imagen y me lancé a buscarla en Google Maps. Conseguí dar con el punto exacto en el que fue tomada hace más de 40 años (calculo) y para mi sorpresa descubrí que no está en San Francisco sino en Los Ángeles: Crescent Heigts Blvd. - Sunset Blvd.

Lo que intento hacer es complicado, lo sé, pero por intentarlo... ¿No dicen que sólo 6 personas nos separan del cualquier persona del mundo?
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I bought this picture in NY in 2003. I call the boy in it "Bobby", but I would like to find out his real name after being part of my life for almost a decade.
I know little about it: I was told it was taken in LA (Crescent Heigts Blvd. - Sunset Blvd.) in the late 60's and I know there are two more pictures taken same time, same place (one of a girl, another one of a group: "Bobby", girl and boy).
I just ask you to share this picture; maybe we find "Bobby" together!