30 de noviembre de 2008

transgender luxuria

En la entrada que dediqué a Antony and the Johnsons prometí una entrada sobre el término transgender (transgénero). Bueno, pues aquí la tenéis.

Un transgender es una persona que no se considera completamente identificada con el sexo que se le asignó al nacer de acuerdo con sus genitales pero que tampoco renuncia a él y a sus características (no se operan para cambiar de sexo). Es decir, un transgender hombre, como sería el caso de Antony, se considera mujer y su vida la lleva como tal, pero sin renunciar a ciertas características que pueda aportarle su masculinidad. En España, un ejemplo de transgender sería el cantante Falete.

Yo conocí este término y esta condición a partir de Vladimir Luxuria, el primer transgender (allí lo consideraron al principio como transexual) que se convirtió en diputada italiana, por el Partido Comunista. Luxuria (su nombre real es Wladimiro Guadagno) es licenciada en Filología y Literatura Inglesas por la Universidad de La Sapienza de Roma y, curiosamente, dio la casualidad de que su profesora de literatura inglesa, Paola Colagliacomo, lo fue también mía (fue un shock verla en un reportaje sobre Vladimir Luxuria que emitieron en La 2)

Su preparación cultural y su fuerza comunicativa la han convertido en un icono gay y en un personaje muy popular en Italia, hasta el punto de que acaba de ganar la versión italiana de La Isla de los Famosos (información en El País), algo que se ha considerado una muestra de la apertura mental y cultural que, a pesar de sus circunstancias y condicionamientos, vive el país.

Aquí os dejo un vídeo del programa en el que se entrevista a Luxuria. Está en italiano, pero os podéis hacer una idea de cómo es esta mujer.


4 comentarios:

edhigy dijo...

Una mujer de lo más sensata y consecuente. Sí, señora. Aunque, con todos mis respetos, no le pega nada ese nombre tan libidinoso.

Apuf dijo...

Yo también creo que no le pega nada, pero supongo que sí que le pegaría en el momento en el que esta mujer apareció en escena... hace 30 años no creo que fuera tan "seria y formal" como ahora... Como Bibí Andersen, vamos, que ahora es Bibiana Fernández...

Isabel dijo...

Me gusta que las cosas distintas tengan nombres diferentes.

Para determinadas personas esta mujer será una bollera, una transexual o simplemente una desviada.

Pero no es ninguna de ellas. Ella es otra cosa y por eso mola que se haya creado un término que defina a la gente que es como ella. Gente entre la que se encuentra una buena amiga mía, aunque en caso inverso.

Hay un gallego al que no le hubiera gustado nada ver ésto...

(Por cierto, que me perdone la Srta. Luxuria porque ni he visto el vídeo, ;-)

Apuf dijo...

En mi opinión, la diversidad, ya sea en el ámbito de la cultura, la religión o la sexualidad (siempre sin fanatismos, eso sí), nos aportan riqueza y apertura de miras. Pero, para disfrutar realmente de esta riqueza, debemos tender hacia la normalización de la diferencia, y este proceso deben iniciarlo los propios individuos considerados "diferentes" dando un paso al frente y diciendo: "Aquí estoy. Soy así. ¿Y qué?" A partir de aquí, se puede iniciar el conocimiento mutuo a través del diálogo y dar paso al respeto de la diferencia, que no es poco.