3 de febrero de 2009

el duelo

Acabo de ver un reportaje en la tele sobre los grupos de duelo. Son reuniones de personas que tienen en común haber perdido un ser querido, en el caso de este grupo en concreto, un hijo. Allí cada uno tiene designado un tiempo para expresarse, sin que los demás puedan interrumpirle, hacer comparaciones de las situaciones individuales o dar consejos. Simplemente, se reúnen para hablar y escucharse.

Perder un hijo debe de ser una de las cosas más dolorosas a las que puede enfrentarse una persona. Existe una palabra para designar a quien ha perdido a su pareja, para designar a quien ha perdido a sus padres, pero no tenemos un término para nombrar a quienes han perdido un hijo. Quizá porque es un hecho que va contra natura; son los hijos quienes deben sobrevivir a los padres, no al revés.

Es cierto que cuando eres madre algo en ti cambia. Te vuelves mucho más susceptible al dolor, tu capacidad sentimental se modifica, se acentúa, para bien y para mal. Por eso la pérdida de un hijo, precisamente de ese ser que ha motivado en ti todos esos cambios, debe suponer una fractura interior radical. Una de las madres entrevistadas decía que, simplemente, se sentía rota por dentro. Yo ahora soy madre y no quiero ni imaginarme lo intenso que debe ser ese dolor.

3 comentarios:

Isabel dijo...

Es muy bonito lo que escribes. Me has emocionado.

Yo no soy madre pero anda que no estoy sensiblona últimamente.

Besos

Apuf dijo...

Bueno, emocionarse es estupendo, así que me alegro de haberlo provocado. Y lo des estar sensiblona... ay, ay, ay... que las hormonas se disparan por cualquier "cosita"...

edhigy dijo...

Uy, uy, uy, Isabel...